25 enero, 2017

EL OCASO DE LA POLÍTICA: LAS NUEVAS PUERTAS DEL SITUACIONISMO

La política en su ocaso, acerca de un libro de Emmanuel Rodríguez


 
La lectura crítica del último libro de Emmanuel Rodríguez nos es útil para poder realizar una reflexión más general sobre una serie de cuestiones, que se tocan en el libro, a partir de lo acontecido en esta zona del mundo desde el 2011: cuestiones que van desde el 15M a la naturaleza de Podemos y el “asalto institucional”, desde la definición de las clases a la descomposición del capitalismo, desde la democracia al carácter estratégico o/y programático de un proyecto comunista (incluyendo si éste ha de ser o no revolucionario).
Por eso es quizás interesante poder dividir este texto en partes que toquen lo que creemos constituyen los aspectos más importantes.
A) En primer lugar aconteció lo sorprendente, el 15M como descarga eléctrica, como pandemia que asaltó ciudades y fronteras con su contagio viral, la semilla germinó al contacto de miles de cuerpos que rompieron su aislamiento. Como dice el mismo Emmanuel, el acontecimiento fue imprevisible, su letra no estaba escrita en los acontecimientos anteriores. Compartimos estas reflexiones del autor que van en la línea de lo que Bordiga llamaba ionización social. La revolución es un auténtico seísmo social que llega de manera imprevista, lo que se encuentra separado (e idiotizado) en los tiempos normales (partículas fragmentadas que se dan entre sí la espalda) se transforma, en una inmensa convergencia espontánea, durante los tiempos concentrados de revuelta, rebelión y revolución. Un germen de eso fue lo que vivimos en el año 2011, desde Tahrir al 15M, desde Siria a Estados Unidos… Esa descarga eléctrica, que forma la comunidad de lucha contra el capital y el Estado, expresada en todo fermento revolucionario, es lo que posibilita pensar la posibilidad del comunismo como un movimiento real que supera las condiciones existentes. El comunismo no es un movimiento ideal e ilustrado sino que surge de los antagonismos sociales que se determinan en el suelo del conflicto social y de las determinaciones que, dicho antagonismo, impelen a romper y superar las separaciones que caracterizan la sociedad del capital. Las revoluciones no son obra de minorías ilustradas sino de los movimientos telúricos de las inmensas mayorías sociales, del proletariado que se constituye en clase, las revoluciones no se crean desde minorías previas de vanguardia, se dirigen desde la misma clase que se constituye en Partido. Si bien Emmanuel lee de manera correcta la primera parte de nuestro argumento no lo hace con sus consecuencias y determinaciones programáticas ulteriores, veremos que esto es normal debido a la ausencia de una perspectiva programática de tipo revolucionario y comunista por parte suya. De esta manera tiene una dificultad (común al activismo de izquierdas español más radical) en leer y analizar el carácter irregular de toda lucha de clases en la sociedad del capital que no sea capaz de transcrecer en un sentido revolucionario y sobre todo destruir las categorías centrales del capital como relación social (el dinero, la mercancía, el Estado, la democracia…). La irregularidad es consustancial a la reproducción atomizada del dominio del capital, éste encuentra su nodo central en la subsunción del trabajo en el capital, a diferencia de las perspectivas gramscianas, tan de moda en la actualidad, que hacen de la hegemonía del capital algo voluntaristas y extraeconómico dominado por los aparatos comunicativos y educativos de la burguesía. En el momento en que refluye la ionización social resurge la inercia social a la atomización social. Pero eso no tiene que ser una condena de Sísifo, una tormentosa piedra con la que cargar siempre, la revolución (como bien vislumbraba Marx) es un topo que elabora de modo subterráneo para poder emerger con más fuerza y determinación en el futuro (es lo que ha hecho en numerosas ocasiones en el pasado) y es a dicha convergencia asintótica a la que tenemos que prepararnos los comunistas. Hay que recordar siempre las últimas palabras de Rosa Luxemburgo: «La revolución fue, es y será».
B) Esta lectura es la que lastra en análisis ulterior de Emmanuel Rodríguez que en realidad es común al llamado momento electoral. La incapacidad de entender lo inercial del reflujo tras un momento de ascenso y creación social como fue el 15M. La apología de lo social se convirtió en su contrario, la apología de la autonomía de lo político e implicó la disolución de buena parte de “los movimientos sociales y de la izquierda radical” en el fenómeno Podemos. Emmanuel realiza de ello un análisis periodístico, documentado en los hechos acaecidos, utilizando una metáfora para ello: “el techo de cristal” de los movimientos. La imposibilidad de instituir un poder constituyente desde lo social llevó a buscar instituirlo desde el asalto institucional. Como hemos visto en la parte anterior de nuestro texto, este límite se debe a la incapacidad de entender el carácter irregular de la lucha por el comunismo en la sociedad del capital y, en última ratio, en la ausencia de una perspectiva de clase por parte no sólo del autor sino del conjunto de la izquierda y la extrema izquierda española (cuando hablamos de perspectiva de clase, como quedará claro en las notas posteriores, no estamos defendiendo una perspectiva sociológica de ésta). En realidad esta parte del libro pierde potencia crítica en relación a otras partes (como no podía ser menos) debido a que la idea del asalto institucional por parte de los movimientos sociales es común a todo el espectro de la izquierda “radical” española y no sólo al núcleo fundador de Podemos. En esta perspectiva, se encontró también tras el 15M la corriente autónoma, vinculada a la librería madrileña Traficantes de Sueños, en la que milita el autor desde hace lustros. La contraposición entre política estatal y municipalismo es una polarización muy frágil como demuestran los ejemplos de Ahora Madrid o de Barcelona en Comú. En última instancia, y como indicábamos al inicio de este punto, esta fragilidad es un límite colectivo, la del autor y su corriente de referencia, el movimiento autónomo madrileño, una corriente que realizó históricamente una apología del crecimiento endógeno de lo social y de los movimientos sociales (pensamos por ejemplo a la experiencia de Lucha Autónoma), como contraposición institucional pero sin referencias programáticas, como si la forma de lo social constituye una garantía en sí misma. Y, sin embargo, la revolución no es una cuestión de formas sino de contenidos. Este vacío programático se convierte con el paso del tiempo en lo contrario, en la necesidad de una intervención política en las instituciones desde los movimientos. Una trayectoria muy influenciada por la misma evolución de la autonomía italiana y por referentes como Antonio Negri.
C) Podemos es criticado justamente como un modelo centralista, jacobino, pragmático y populista. La máxima expresión de esto fue el modelo que emergió en Vistalegre I donde el Secretario General tenía más poder formal que un Secretario General del PCUS (Pablo Iglesias podía nombrar a su dirección ejecutiva de confianza y, sin embargo, la formalidad de organismos fue mantenida incluso en los tiempos del PCUS de Stalin, como para su desgracia descubrió Beria cuando fue purgado por el resto de la dirección rusa en la batalla de poder que emprendió contra él Kruschev). Ahora bien, y como decíamos anteriormente, la solución no se encuentra en un terreno formal, no se trata de oponer un modelo más federal o de control de los círculos (como en su día realizó Izquierda Anticapitalistas) o municipalista (como realiza el autor) porque el problema es de sustancia, es de contenidos, se encuentra en la misma idea del asalto institucional, que conlleva el sometimiento a una lógica estatal que no controlan sus fautores. Como dijimos en su día ¿Quién asalta a quién? Es la función institucional, de gestión del capital, quien determina a quien ocupa el cargo y no al contrario, lo que deriva de la lógica impersonal y abstracta del dominio del capital. Uno, bajo una sociedad donde reina el flujo permanente de mercancías, no puede ocupar un cargo estatal y hacer que estas no fluyan, y en esto consiste en buena medida el dominio del capital y con él el desastre catastrófico al que somos abocados permanentemente como especie.   
VISTALEGRE PODEMOSD) Como analiza con pericia Emmanuel Rodríguez, Podemos se ha convertido en un partido entre otros, un partido como los demás (en cualquier caso no estaría de más que si eso es así se abandonase dicho partido ya sea formalmente o como personalidad afín). La intriga es el modo permanente de ser de la organización, un tacticismo continuo e hipersensible a los cambios mínimos de coyuntura, conspiraciones palaciegas como el día a día que ritma la organización o luchas de poder dignas de familias napolitanas. Nada de esto es exagerado, más bien se queda corto. En parte apunta a que se debe a la misma lógica electoral y al estatismo que atenaza a la perspectiva de Podemos desde su fundación. En esa misma línea, habría que escarbar más profundamente en la perspectiva de lo que decíamos más arriba, pero sobre todo en una crítica general a la democracia, de la que se encuentra muy alejado alguien como Emmanuel Rodríguez. A nosotras y nosotros no nos extraña que un Partido como Podemos se haya convertido en un partido como los demás, llevamos sosteniendo esa perspectiva desde 2014, no es una perspectiva accidental es sustancial a la política institucional y burguesa. Una agrupación que se reúne para la conquista del poder político, donde el moralismo del análisis sobre la sociedad (el problema no es del capitalismo sino de que hay una casta muy mala que se comporta de modo vampiresco frente a las mayorías sociales) se troca en su contrario en el interior de la organización: donde todo está permitido, los navajazos continuos y a traición, las rupturas de las amistades antiguas, los odios cainíticos que se expresan públicamente como fraternidades sinceras, como han dicho públicamente algunos de los protagonistas de estas peripecias a veces perciben que no son creíbles ni a sí mismos. Podemos no es sino una expresión nueva y más descompuesta de la antropología burguesa, de su fragmentación sustancial, de la guerra de todos contra todos, de las luchas y conflictos entre familias, etc. Lo que une no es una comunidad en lucha por un objetivo emancipatorio, una comunidad moral y práctica en pos de un objetivo común, donde es fundamental la coherencia humana y práctica con esos objetivos. La política acostumbra a lo peor de nuestra especie, a la separación y escisión típicas de la sociedad del capital, a decir una cosa y a hacer lo contrario. Y lo peor, en el caso de Podemos, es que rompe a personas que sinceramente querían luchar por un mundo y una humanidad mejor (aunque lo hiciesen desde una perspectiva muy equivocado en lo programático desde nuestro objetivo comunista), las rompen definitivamente para una lógica emancipatoria, porque se vuelven a casa o porque se acostumbran a la lógica bélica y desdoblada de la política burguesa.
Emmanuel en su libro critica con especial esmero al llamado sector errejonista por su reducción de la realidad del cambio a una política de discurso y de marketing electoral. Obviamente no nos podemos encontrar más alejados de esta visión profundamente postmoderna de la realidad social[1], pero nos oponemos por principio a legitimar un mal menor. Además dentro de Podemos ¿quién sería el mal menor? ¿Pablo Iglesias y su cultura y praxis inspirada claramente en los viejos partidos comunistas de estalinista memoria? o ¿Anticapitalistas y su subalternidad continua a los aparatos de Podemos, vinculados a Pablo Iglesias, y, por ende, a la institucionalidad estatal y electoral?
E) En el libro de Emmanuel es permanente su análisis acerca de las clases medias. Ahora bien ese análisis es muy confuso, a veces parece estar hablando desde un enfoque sociológico pero de carácter distributivo, por el cual serían clases medias las franjas de la sociedad que ganan entre 21.000 y 60.000 euros anuales, que tienen un determinado estatus social, capital cultural y académico y un determinado nivel de consumo. Sin embargo, en otras partes del libro, y en un artículo reciente[2], da un carácter más ideológico de la clase media, diferenciándola de la pequeña burguesía mercantil y propietaria, las clases medias serían el efecto del Estado y la negación de la clase, y en este sentido suponen la realización del Estado burgués ideal, sin antagonismos y fracturas sociales que le atraviesen, la clase media viene a ser de este modo el pueblo del Estado, despolitizado pero alimentado, vestido y protegido por éste. Esta perspectiva histórica y subjetiva, que defiende Emmanuel en el artículo citado, es más afín a la que podemos defender nosotros. Ahora bien, aún no explica adecuadamente, en nuestra opinión, cómo la clase media no es el efecto sólo del Estado sino de la misma naturaleza mercantil y fetichista de la dinámica del capital, que atomiza y fragmenta la sociedad, disolviendo las relaciones sociales en efectos del movimiento del capital percibido como una cosa. En nuestro enfoque, la clase media es la negación de la clase por parte del capital, es una expresión de la representación del trabajo dentro del capital que caracteriza a la socialdemocracia como partido histórico. Y es que el trabajo, como explicaba Marx, no sólo no está en contradicción con el capital sino que es su esencia, su permanente sustancia, quien está en contradicción es el trabajador en cuanto ser humano vampirizado permanentemente por parte del capital[3]. La relación de esta perspectiva con el marxismo dominante en la II y III Internacional por parte de Emmanuel es correcta, así como la descripción del marxismo oficial como Lassalliano (enemigo acérrimo de la perspectiva de Marx como se puede comprobar en su Crítica al Programa de Gotha). Ahora lo que está completamente ausente en Emmanuel es una perspectiva comunista, que parte del movimiento real que supera las condiciones concretas existentes, las ausencias programáticas y teóricas lastran decisivamente las reflexiones, a veces interesantes y estimulantes que puede realizar el autor. El comunismo como posibilidad concreta nace del antagonismo social inscrito en la relación fundante de nuestras sociedades, la relación entre capital y trabajo, en este sentido el proletariado se enfrenta al capital no en cuanto representante del trabajo sino en cuanto que su condición humana se ve enajenada, fragmentada, violentada permanentemente por parte de la dinámica abstracta e impersonal del capital. Esta realidad permanente e invariante de la relación capital-trabajo es la que vuelve actual siempre la posibilidad de que el proletariado se constituya en clase y, por ende, en partido que lucha por afirmar su fuerza y el comunismo.
De ahí lo falso de todas las teorías innovadoras y modernizadoras que pretenden hablar de la desaparición del proletariado, éste sólo puede desaparecer (positivamente) en el comunismo, a partir de su lucha consciente por la abolición de todas las clases sociales. En el capitalismo, la relación entre capital-trabajo no es contingente sino fundante y, por ende, amenaza siempre con aparecer y con ello la misma posibilidad del comunismo. Éste junto a la revolución no supone la ficción de una gran ordalía, como sostiene Emmanuel, producto de un pensamiento ilustrado, sino que supone un eterno-retorno mientras sigamos sometidos al reino del capital. Sus continuos e irregulares estallidos exigen, como decíamos al inicio de este texto, el encuentro de los comunistas como parte orgánica de la misma clase (no como la conciencia externa de kautskyana-leniana memoria).
F) Emmanuel reconoce la tendencia a la descomposición de la sociedad de las clases medias y en la parte final a partir de la referencia al libro de Corsino Vela[4], pero debido a los límites anteriormente indicados no explica su carácter irreversible debido al agotamiento de la sustancia del capital (un valor hinchado de valor alimentado de trabajo abstracto). Un límite vinculado en última instancia a la no comprensión del capital como una relación social reproducida permanentemente por un sujeto, el proletariado, que en este sentido puede permanentemente ponerlo en cuestión y que de hecho lo ha cuestionado en numerosas ocasiones en diferentes momentos insurreccionales. Esta ausencia es lo que explica el vacío programático de la última parte de su trabajo, la parte más propositiva y política (nos referimos al «Prólogo a un debate estratégico»). Emmanuel critica el tacticismo de Podemos para defender una visión estratégica, pero que se encuentra totalmente separada de una relación con una teoría emancipatoria y con los principios y fines del comunismo. De este modo no existe una visión programática que es la brújula estratégica que permite unir los principios y fines de la sociedad a la que aspiramos con las necesidades tácticas que emergen permanentemente ante las novedades que irrumpen en lo social[5]. Esta ausencia es decisiva porque limita el terreno de la reflexión del autor de un modo determinante. A veces pueden emerger, por aquí o por allá, críticas a las visiones ciudadanistas, democráticas, estatistas, de clase media… Pero en su sustancia las ausencias programáticas y de fines de Emmanuel Rodríguez hace que esa perspectiva en realidad sea invariante. En última instancia, el desplazar la cuestión de la revolución (y por ende del comunismo) al terreno de lo mitológico y lo imposible hace que las únicas realidades con las que puede trabajar el autor son las del capital en sus diferentes metamorfosis: el dinero (renta básica), la democracia, el Estado, el mercado, la ciudadanía, los partidos, los sindicatos… Tertium non datur: comunismo o no comunismo (como dice clásicamente la izquierda comunista italiana). Realiza de este modo una crítica de izquierdas del reformismo de Podemos, a veces interesante en sus reflexiones, pero siempre desde una perspectiva igualmente socialdemócrata en sus fundamentos, una socialdemocracia que trata de reproponer paradójicamente (por las críticas que en otros lugares realiza a Lassalle) el modelo de la socialdemocracia alemana o al PCI italiano, un movimiento social organizado como contrapoder social[6] y que desde allí de un asalto a las instituciones, ya que sólo así podrán ser definitivamente maleables (con lo que el Estado vuelve nuevamente a convertirse en una cosa que puede ser conquistada y no destruida, como pensaba Marx, al analizar el Estado, al igual que el capital, como una relación social).
Como comentábamos al inicio de este ensayo esperamos haber logrado, a partir de lo estimulante de algunos de los temas planteados por el libro y a partir de los nudos que se han desplegado en esta y otras regiones del globo en los últimos años, esclarecer los porqués de la necesaria lucha por una humanidad mejor, por el comunismo, y es que mucho más allá de lo contingente de la realidad nacional de Podemos, lo que se encuentra en su ocaso no es sólo la clase media, es el capital y su política, y amenaza con llevarnos por delante. Es demasiado lo que está en juego como para enredarse en las peleas de camarillas y familias cuyo objetivo es gestionar un barco a la deriva, el capital.
Madrid, 7 de enero de 2017
JH, Miembro del Colectivo Germinal
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[1] Véase al respecto nuestra crítica a Laclau http://colectivogerminal.org/podemos-en-principio-fue-el-verbo-ii/
[2] Véase La clase media es el Estado, en Viento Sur nº 149.
[3] Nos remitimos de cara a este análisis a las elaboraciones del Grupo Comunista Internacionalista (GCI) en numerosos textos, véase entre otros: El leninismo contra la revolución, Comunismo nº55, noviembre 2006, Contra el trabajo, Comunismo nº12, febrero de 1983 o ¿Proletario Yo? Contribución a una definición del proletariado, Comunismo nº 57, febrero 2008.
[4] Véase al respecto la recensión que hemos realizado a este interesante y estimulante libro http://colectivogerminal.org/703-2
[5] Sobre esta parte véase nuestra reflexión http://colectivogerminal.org/porque-fueron-subversivas-somos-el-pasado-de-nuestro-ser-i/ Estamos preparando una segunda parte de este artículo.
[6] De este modo se realiza además una fetichización de los “movimientos sociales” como hemos criticado en otro artículo http://colectivogerminal.org/2016/10/09/los-movimientos-sociales-fantasia-realidad/
Enlaces relacionados / Fuente: 
http://colectivogerminal.org/2017/01/13/la-politica-en-su-ocaso/

REPRESIÓN ECONÓMICA TOTALITARIA

Represión económica


Por Ana Arco | Red de Colectivos Autogestionados
Hay mucho escrito sobre la represión policíaca del Estado pero en lo relativo a la represión económica estamos todavía casi en blanco.
La represión se alimenta del miedo. Generalmente, del miedo a ser atacadas, torturadas, enjauladas… La represión económica se alimenta concretamente del miedo a la escasez. Y no hay que desdeñar el poder paralizante de este miedo en sociedades capitalistas occidentales como la nuestra, mal criadas durante décadas en la banalización del consumo y la acumulación espectacular de la mercancía. La amenaza de la escasez es mucho más aterradora para quienes hemos atravesado estos espejismos de abundancia o, más bien, hemos sido atravesados por ellos[1].
No es de extrañar, pues, esta tendencia reciente a la agudización de la represión económica, que el Estado español ha cronificado con la conversión de tipos penales en tipos administrativos de la “ley mordaza”[2]. Lo primero que nos dice este cambio de penas por multas es que la represión económica funciona por lo menos igual que otras clases de represión, cuando no mejor. Ningún Estado modifica una táctica represiva sin asegurarse de que cumple con eficacia sus objetivos, que son principalmente dos: disuadir y distraer. Disuadir al mayor número posible de personas de que se asocien y organicen para luchar contra él. Distraer a las Asociaciones Libres de su actividad normal. Las Asociaciones Libres están dilapidando recursos materiales y miles de horas de militancia en la consecución de fondos para el pago de multas, fianzas, etc. Peor aún: no sólo pierden el tiempo en una actividad defensiva que les distrae de su actividad normal sino que el fruto de esta actividad revierte directamente en el reforzamiento del enemigo, el Estado, que recauda por esta vía del pago “voluntario” o por la vía ejecutiva de embargos millones de euros. El beneficio es aún mayor si se restan de la cuenta de pérdidas y ganancias del Estado los gastos de manutención por recluso que éste deja de soportar cada vez que un ingreso en prisión se conmuta por una multa[3].
En resumen, la represión económica disuade y distrae pero además fortalece al Estado, que extrae de ella un beneficio con el que financia más equipamientos, sueldos e infraestructuras represivas. Sólo por esto, un estudio de la represión económica que hemos postergado durante demasiado tiempo era acuciante. Pero hay más. La resistencia a la represión económica estatal, tan poco explorada, está llena de posibilidades. El violento latrocinio estatal está resquebrajando esa imagen mitológica del Estado como organización depositaria del bien público, ocasionando que cada vez más personas se deslicen de un sentirse legitimadas a eludir el pago de multas a un sentirse legitimadas a eludir el pago de impuestos. Los actos legítimos de desobediencia económica se afianzan además por el descubrimiento de nuevas formas de resistencia. Muchas personas que se quedaron en la ruina, sin nada, y están aplastadas por deudas que nunca podrán pagar han descubierto fortuitamente la “insolvencia”, lo más parecido a la invulnerabilidad contra la represión económica. La mayor ventaja de una ruina sobrevenida accidentalmente (es decir, por el expolio depredador de bancos, Estado, etc.) es que la siguiente ruina ya no nos cogerá por sorpresa, incluso se puede programar. La programación de la ruina, que en el argot legal se conoce como “insolvencia punible”, es una táctica de elusión de pagos a acreedores que los usurpadores de los medios de producción y las plusvalías llevan practicando siglos[4]. Las Asociaciones Libres están empezando a incorporarlas ahora en su arsenal para sus propios fines de clase revolucionaria[5].
Y aquí es donde la cosa se pone interesante. Las Asociaciones Libres están precipitando la insolvencia de sus asociadas mediante la titularización societaria de propiedades particulares, usando personas jurídicas instrumentales como Asociaciones o Cooperativas. Pero lo que comienza como un mero cambio de titularidad de la propiedad se convierte a menudo en un cambio real de régimen de propiedad. Las Asociaciones libres no se conforman con una titularidad colectiva que no es más que el disfraz de una propiedad privada sino que, ya puestas en faena, se atreven a ensayar usos distintos de la propiedad (colectivistas, comunistas, comunalistas, etc.) Estos experimentos con el régimen de propiedad no se inician sólo por un cambio circunstancial de la titularidad. Las Asociaciones traen ya un rodaje previo en el uso compartido de comida, ropa, libros, etc, a través de redes de apoyo mutuo. Y este entrenamiento en la colectivización de objetos de consumo ha generado la confianza necesaria para dar el paso siguiente a la colectivización de medios de producción. Es todo un proceso. Y no sólo operativo, también narrativo. La miseria ha espoleado el debate sobre las causas y los agentes de la miseria. La represión económica del Estado y las crisis inducidas cíclicamente por el capitalismo transnacional han provocado un cambio de perspectiva, una comprensión menos resignada de los mecanismos de dominación. Como en todo proceso revolucionario, es difícil decir cuándo se está haciendo “teoría de la práctica” o “práctica de la teoría”. Por ejemplo, se subvierten las relaciones de propiedad casi al tiempo que se explica la necesidad de subvertirlas. Los ejercicios prácticos con la insolvencia programada o con la okupación llevan a un mejor discernimiento teórico de conceptos como “titularidad” y “uso”.  Cuando hablamos de propiedad privada o propiedad colectiva, ya no nos referimos a la titularidad, ese artificio estatal[6], sino al uso que las personas y colectivos hacemos de ella. Puede haber propiedades de titularidad privada y uso completamente colectivizado y al revés.
Estos procesos de transformación colectiva, esta práctica revolucionaria entrelazándose con su teoría, rompen los esquemas de una represión económica diseñada para atemorizar a individuos considerados como propietarios privados de bienes de consumo y de medios de producción. En tanto que propietarios privados, el Estado nos puede atacar secuencialmente, de uno en uno, depositando multas y notificaciones de embargo en cada buzón. Pero los ataques económicos contra una Comunidad tienen que enmarcarse ya necesariamente en actos de guerra[7], sin careta, y estas son situaciones que el Estado procura evitar dentro de sus fronteras porque la guerra a cara descubierta destruye esa imagen sagrada de institución cuya existencia es apriorística, está fuera de toda discusión. El eterno antagonismo entre el principio de no delegación de las Asociaciones Libres y el principio de autoridad representativa del Estado se desvela en los conflictos comunitarios, momentos en que su misma razón de ser queda expuesta al escrutinio público y, por lo tanto, momentos de máxima vulnerabilidad. Para sobrevivir, el Estado tiene que impedir a toda costa el proceso por el que se hace evidente su inutilidad: la unión libre asociacionista. En otras palabras, tiene que recurrir constantemente a la división, empezando por la división de La Tierra en parcelas numeradas y separadas por cercas[8]. Una propiedad cerrada modela una mentalidad cerrada. La mentalidad de propietario privado es individualista, desconfiada, nerviosa. Su supervivencia no depende de las relaciones sociales solidarias sino de la acumulación de bienes de consumo y medios de producción. Por eso tiende a acaparar y a estar en estado permanente de alerta, puesto que los demás son competidores, intrusos o ladrones en potencia. Sin embargo, los terrores nocturnos a la escasez desaparecen cuando el propietario privado,  individuo reprimido y aislado, pasa a ser un individuo libremente asociado, un “copropietario” que cuenta con el respaldo solidario de su Red de Apoyo, su Cooperativa, su Comuna, etc. El cambio en las relaciones de propiedad afecta directamente a las relaciones de producción, por estar ambas íntimamente ligadas. La jerarquía empresarial es intrínseca a la propiedad privada de los medios de producción. Pero a la propiedad colectiva de los medios de producción le corresponde una toma de decisiones colectiva: la Asamblea.
En conclusión, urge encarar la lucha contra la represión económica por las dos razones apuntadas: Primero, es un tipo de represión que está dando excelentes resultados al Estado y que se está intensificando en las sociedades del “primer mundo”, donde el capitalismo nos explota a través del consumismo tanto o más que a través del productivismo. Segundo, la resistencia está llena de posibilidades; ofrece nuevas técnicas como la insolvencia programada, la constitución de sociedades instrumentales, la insumisión fiscal, etc., y tiene un gran potencial para subvertir las relaciones capitalistas de producción y propiedad. Si la propiedad privada modela un cerebro de propietario jerárquico, egoísta e insaciable, la propiedad comunal puede modelar un cerebro de propietario libertario, solidario y satisfecho.
Aparte de estas dos importantes razones añadiremos una ventaja complementaria: Las técnicas de resistencia a la represión económica están mucho menos penadas que las técnicas de resistencia a la represión policiaca porque los tipos delictivos en que se incurre son propios de la clase empresarial y política, no de la clase obrera. Falsificación de documento mercantil, alzamiento de bienes, apropiación indebida, insolvencia punible, fraude fiscal… El Estado no puede endurecer la persecución o las penas de estos tipos delictivos porque estaría perjudicando los intereses de clase que defiende. Esta es la causa, por ejemplo, de que los mecanismos de inspección fiscal sean tan deficientes. En realidad, el 90% de los ingresos de Hacienda por el IRPF provienen de las rentas de los trabajadores que son detraídas directamente de sus salarios por una clase empresarial que actúa de recaudadora de impuestos del Estado.
Es obvio que la represión del Estado se opera en connivencia con una clase empresarial que requiere los servicios de seguridad que éste le provee para protegerse de los amotinamientos de la masa esclava asalariada[9]. En lo que atañe exclusivamente a la economía, por no desviarnos del tema del artículo, podemos hablar entonces de una opresión económica que englobaría a la represión estatal y la explotación empresarial y que se manifiesta en forma de impuestos, multas, embargos, desalojos, inspecciones, usurpación de medios de producción, apropiación de plusvalías, paro, emisión y distribución de moneda fiat (obligatoria), etc., etc.
Esta opresión económica que sentimos en el pecho y nos dificulta la respiración es el síntoma inconfundible del capitalismo. Es cierto que el capitalismo ha infectado todo el tejido social y, por lo tanto, tiene que ser combatido en todos los ámbitos imaginables de la vida: pedagógico, psicológico, filosófico, erótico, marcial, sanitario, ético, artístico… Pero no es menos cierto que la lucha en el ámbito económico es tan importante como las anteriores, probablemente más, porque al fin y al cabo el capitalismo es una enfermedad que irradia desde la economía. Peor aún, el capitalismo es un sistema económico que lo ensucia todo de economía mediante un proceso llamado “mercantilización”: el amor, el juego, la sonrisa de un niño, un trago de agua, la tierra, un atardecer… Cualquier cosa. Pero barrer el capitalismo de la escuela y del consultorio médico es como quitar chapapote de las playas y de las alas de las gaviotas: un voluntarismo inútil si no se va a la causa del vertido. En otras palabras, no vale de nada desmercantilizar la educación o la sanidad si no desmercantilizamos también la economía. El capitalismo es ante todo un sistema económico, luego hay que poner otro sistema económico en su lugar. Y esto requiere conocimientos económicos, estrategias económicas, instrumentos económicos.
A esta lucha específica en el ámbito de la economía para combatir el capitalismo -en sus dos vertientes estatal y empresarial- la hemos llamado “acción económica”. La acción económica es una acción directa, sin árbitros, de clase revolucionaria. Las Asociaciones anarcosindicalistas, por ejemplo, llevan siglo y medio de experiencia en acción económica. Sus métodos de lucha tradicionales -la huelga, el boicot, el sabotaje- están expresamente pensados para atacar a los núcleos de la economía: la producción, la distribución y el consumo. Sus objetivos no pueden ser más económicos: subida del precio del trabajo, control de los procesos productivos y la gestión administrativa… Eso, en primera instancia. En segunda instancia, la reapropiación de los medios de producción y de lo producido. Y siempre con un fin último en la cabeza: el comunismo libertario, un sistema económico alternativo al capitalismo.  Lo chocante es que ni siquiera el anarcosindicalismo, cuyo carácter es eminentemente económico y donde son frecuentísimas las alusiones a la “acción directa”, la “acción sindical” o la “acción social”, tiene un apartado en sus textos reservado a la “acción económica”. La omisión es demasiado llamativa como para ignorarla. No es momento de entrar en las causas del lapsus pero es inevitable lamentar una de las consecuencias: nos tememos que una de las razones por las que casi nadie cae en la importancia de una “acción económica” es que no hay un término coloquial o técnico para referirse a ella. Así, aunque no descubrimos nada nuevo con esto de la “acción económica”, pensamos que el solo hecho de ponerle nombre y explicarla mínimamente puede suponer un avance en la lucha por la emancipación. Y en esas estamos. En próximas entregas, si el tiempo y la autoridad lo permiten, entraremos con más detalle en casos concretos de acción económica.
 
[1] Muchas de las trabajadoras que se despertaron arruinadas en la crisis del 2008 tienen tan reciente aquel sueño de clases medias que todavía lo confunden con un recuerdo real. Tienen miedo de perder lo poco que les resta de lo que nunca fue suyo. El Estado es plenamente consciente de que un número muy significativo de personas implicadas en el 15M provienen de ese espectro social muy vulnerable todavía a la represión económica.
[2] Ley Orgánica 4/2015, de 30 de marzo, de protección de la seguridad ciudadana. Esta reforma legislativa elimina las faltas que se regulaban en el Libro III del Código Penal anterior y las transforma casi íntegramente en infracciones administrativas.
[3] Esto no quiere decir que se reduzca el número de secuestros legales anuales. Sólo quiere decir que cada vez que una pena se conmuta por una multa el Estado gana por dos conceptos: lo que ingresa y lo que deja de gastar por ese recluso en particular.
[4] Las quiebras empresariales fraudulentas son, por ejemplo, operaciones habituales para eludir el pago de indemnizaciones a las trabajadoras.
[5] El concepto “clase revolucionaria” merece un artículo aparte. Baste decir aquí que no nos plegamos a las categorías tradicionales. No discutimos, por ejemplo, que desde una perspectiva economicista exista una clase social con unas características muy determinadas denominada “proletariado”. Discutimos que esta clase social sea un sujeto revolucionario, como esperaban los socialistas del siglo XIX. Digamos que la “clase revolucionaria” es una clase social consciente, coherente y alevosa, que se resiste a ser catalogada como un objeto (y no sólo de estudio) por doctrinas económicas, políticas, sociológicas, etc. Entendemos, pues, como “clase revolucionaria” a aquella que, con independencia de otras taxonomías más clásicas, aplica en su vida los principios de libre asociación y no delegación como método para construir una nueva sociedad basada en los principios de libre asociación y no delegación.
[6] La concesión de títulos de propiedad es una usurpación más del Estado, que se ha arrogado la capacidad de enajenar el territorio sobre el que ejerce el monopolio de la violencia.
[7] Las agresiones económicas más habituales del Estado en escenarios de guerra son el saqueo, la expropiación de tierras, el expolio de recursos, la mano de obra esclava, etc.
[8] Otro ejemplo milenario de división desde el poder sería la operada para enfrentar a hombres y mujeres. “Descubrimos que las jerarquías sexuales siempre están al servicio de un proyecto de dominación que sólo puede sustentarse a sí mismo a través de la división, constantemente renovada, de aquéllos a quienes intenta gobernar.” La cita está extraída del libro de Silvia Federici “Calibán y la bruja (mujeres, cuerpo y acumulación originaria)” y es especialmente oportuna por el contexto en que se ubica, una expropiación masiva de tierras comunales por parte del Estado de Nigeria pactada con el FMI y el Banco Mundial en los años 80 del siglo XX: “En Nigeria comprendí que la lucha contra el ajuste estructural formaba parte de una larga lucha contra la privatización y el “cercamiento”, no sólo de las tierras comunales sino también de las relaciones sociales, que data de los orígenes del capitalismo en Europa y América en el siglo XVI”.
[9] Uno de los grandes logros propagandísticos del capitalismo es haber esparcido con éxito el bulo de la abolición de la esclavitud. La esclavitud es una forma clásica de explotación laboral que en su desenvolvimiento histórico estrictamente económico ha adoptado la forma optimizada de trabajo asalariado, una esclavitud a tiempo parcial mucho más rentable para el amo (o señor o empresario) porque el esclavo (o siervo o empleado) pasa a hacerse cargo de su propia manutención y la de su familia. En las fases más sofisticadas del capitalismo, un nuevo tipo de esclavo llamado “autónomo dependiente” tiene que correr incluso con los costes del medio de producción (por ejemplo, mantenimiento del vehículo, combustible, seguros, etc.)
Enlaces relacionados / Fuente: 
http://www.redautogestion.com/la-accion-economica/

GRAFICOS DESAHUCIOS ANDALUCIA

https://irisazsociedadcivil.wordpress.com/2017/01/25/graficos-desahucios-andalucia/

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Serie por trimestre de totales de ejecuciones hipotecarias y lanzamientos en Andalucía (1T-2013/3T-2016)

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Evolución según trimestres anterior de ejecuciones hipotecarias y lanzamientos en Andalucía (1T-2013/3T-2016)

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Serie por trimestre de totales de Lanzamientos prácticados en Andalucía según consecuencia (1T-2013/3T-2016)

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Evolución según trimestres anterior de Lanzamientos prácticados en Andalucía según consecuencia (1T-2013/3T-2016)

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Serie por trimestre de totales de actos de comunicación y ejecución en los servicios comunes en Andalucía (1T-2013/3T-2016)

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Evolución según trimestres anterior de actos de comunicación y ejecución en los servicios comunes en Andalucía (1T-2013/3T-2016)

MARCHA TARAJAL DERECHOS HUMANOS

Remitimos información sobre la marcha a Tarajal para denunciar la violación de los Derechos Humanos en la Frontera Sur y recordar a las víctimas de Tarajal de 2014. La Plataforma Somos Migrantes, en la que está integrada AdA, participa (y coordina en Sevilla). En el correo está la manera de apuntarse desde los diversos lugares de Andalucía.  
Se solicita difusión.
Saludos
Área de Comunicación
Asamblea de Andalucía
Plataforma Somos Migrantes

Correo electrónico:
plataformasomosmigrantes@gmail.com

www.facebook.com/Plataformasomosmigrantessevilla2014

11 enero, 2017

SOMONTE: NUEVA RECAUDACIÓN CRODWFUMDING POR POR PROYECTOS POPULARES POR DESIDIAS LEGALES





¡Empieza el crowdfunding de Somonte vs. Monsanto!

Crowdfunding de Somonte para la campaña de cereales de variedades locales en riesgo de extinción

Queremos presentaros el crowdfunding que lanzamos desde la finca recuperada de Somonte (Palma del Río, Córdoba).

Toda la info aquí:https://www.goteo.org/project/somonte

Colaborando con esta campaña ayudas a la recuperación de variedades locales de cereales que se encuentran prácticamente extinguidas (pretendemos sembrar una decena de variedades distintas) al tiempo que también nos ayudas a desarrollar y mantener la legítima okupación de la finca de Somonte.
En Somonte estamos empeñados en hacer realidad la soberanía alimentaria
de los pueblos y para ello ¿qué mejor que asegurar la biodiversidad del
cereal con el que se elabora el pan de cada día? Por eso, la finalidad
principal de esta campaña agrícola de cereales de invierno en Somonte es
doble: Por un lado, pretendemos la multiplicación de semillas con vista
a su recuperación y uso tanto en las tierras de esta finca como a su
expansión a otros lugares. Por otro lado, el mantenimiento en el tiempo
de estos cultivos y de la okupación.

Agradecemos vuestro apoyo. Ayudadnos a difundir.

Salud!