19 octubre, 2016

QUIEREN MATARNOS (CON VARIOS TIPOS DE HAMBRE... * Nota de Juan)

Quisieron pero no pudieron...
Quisieron embrutecernos y despertaron ternuras.
Quisieron encarcelarnos y florecieron libertades como flores.
Quisieron matarnos a ojos del mundo y brotó de los labios la sonrisa, la vida.
Quisieron comprarnos pero no se compra el aire, ni el cielo, ni los sueños.
Quisieron dividirnos y en la unidad encontramos nuestra razón de ser.
Quisieron ser nuestros amos pero nos rebelamos.
Quisieron decirnos proscritos y nos hicimos bandidos románticos, libres.
Quisieron engañarnos con cuentos y de la verdad construimos un camino.
Quisieron juzgarnos y condenarnos y en su condena nos confirmamos más humanos.
Quisieron la política. Nosotros la razón de la Anarquía.
Quisieron policías, códigos, cárceles, y nosotros quisimos libertad e igualdad.
Quisieron marginarnos de la historia, pero fuimos y somos nosotros los que la hacemos cada día, con cada acción, con cada idea, con cada momento.
Quisieron aislarnos y nos hicimos más fuertes.
Quisieron decirnos qué pensar, pero nosotros ya teníamos un pensamiento.
Quisieron someternos por medio de verdugos inhumanos, pero no pudieron...
Quisieron torturarnos y lo consiguieron... pero nada más que eso.
Quisieron multiplicar los barrotes y los hicieron... pero nada más.
Quisieron nuestras almas, entonces, y les respondimos con dignidad y burla.
Quisieron nuestra dignidad y recibieron a cambio nuestra indiferencia.
Quisieron nuestro orgullo, pero no se lo dimos.
Quisieron vernos arrastrar, pero caminamos erguidos.
Quisieron asustarnos con oscuras mazmorras y la libertad nos dio valor.
Quisieron que nos sintiésemos solos y brotó la solidaridad y la ternura.
Quisieron jueces y tribunales para nosotros, los rebeldes, y no los reconocimos.
Quisieron dar ejemplo y nos encarcelaron, nosotros nos escapamos.
Quisieron, entonces, una cárcel dentro de la cárcel y crearon la universidad de hombres libres.
Quisieron las guerras y nosotros la paz.
Quisieron quitarnos, nosotros compartir.
Quisieron asesinarnos y nos mataron a muchos... pero luego vinimos otros, y después de nosotros otros más, y muchos más detrás de ellos.
Quisieron humillarnos y se encontraron con que éramos ya demasiado libres.
Quisieron un mundo sólo para ellos, donde explotarnos, y nos negamos a ello.
Quisieron acumular las riquezas pero nosotros las repartimos, se las quitamos.
Quisieron llamarlo delito y nosotros lo llamamos anticapitalismo, reparto de la riqueza, cultura del bienestar.
Quisieron convertirnos en cadenas y fuimos balas veloces disparadas, martillos.
Quisieron, por último, callarnos, pero gritamos y gritamos la palabra libertad.
... Y ahora quieren prohibirla, ocultarla, matarla, para que otros no escuchen y no oigan: pero no podrán...

 Extraído del libro "Que la lucha no muera. Ante la adversidad, rebeldía y amistad", recopilatorio de textos, poemas y reflexiones del compañero Xosé Tarrío publicado por la Editorial Imperdible (Madrid).

RUNNING, RUNERS Y LA JILIPOYEZ DE MULTIPLICAR LO TRIVIAL

Sobretodo pagar por correr en tu ciudad, seguir solucionando problemas con unas carreritas y repetir el modelo asistencialista que el DINERO que recaudas palia cánceres, investigaciones y otro cúmulo de insensateces.
 
 
 
 
 
Tal y como manifiesta el autor en su prólogo, este ensayo no debe entenderse como un intento de estigmatización de quienes salen a correr, sino como un bosquejo de aquello que sobre nuestra sociedad nos cuenta la práctica masiva del running.
Con el telón de fondo de la ciudad postindustrial, Contra el running nos anima a mirar este deporte, de partida tan individual, desde una óptica crítica con respecto a su proceso de construcción social, mediatizado por las grandes marcas y tendente a canalizar la frustración que genera el estado del malestar contemporáneo.

PRECARIEDAD DE NUESTRAS VIDAS Y TRABAJOS Y GUERRILLAS SINDICALES

[Debate sindicalismo] Si no puedes ser grande, aprende a ser pequeño: guerrilla sindical

"¿Crisis del sindicalismo o la oportunidad para la guerrilla sindical?"
Por Yeray Campos. -'Solidaridad obrera', 14/10/2016.
'Si no puedes ser grande, aprende a ser pequeño', esta vendría a ser la máxima guerrillera por excelencia. Con ella unos pocos, pero que conocen bien el terreno, que han tejido amplias redes de enlaces y solidaridad, que saben cuando esconderse entre las sombras y cuando sorprender saliendo de los matorrales, pueden derrotar a muchos.
Pero la guerrilla es la forma organizativa para los malos tiempos. Para los de la represión, de la clandestinidad. Para cuando se nos impone ser pocos y ninguna otra forma de organizarse es posible. ¿A quién le gusta dormir al raso noche tras noche, olvidar lo que es una comida caliente, llenarse los pies y las manos de barro? ¿O ir, libres, por llanuras y montañas? Cuando se puede, cuando nos dejan, hemos de bajar del monte y tratar de ser muchos. De ser los muchos. De ser grandes. ¿O no?
En los años veinte el lema de la Industrial Workers of the World, el sindicato revolucionario anglosajón, era «One Big Union». Una Gran Unión, o una gran central sindical. Ser grandes, ser muchos, pero golpear como uno solo. ¿Por qué debía de ser así?
La respuesta está en el modelo de producción pre-fordista. A finales del siglo XIX y comienzos del XX los Estados liberales, incluso los más democráticos, no hacen demasiados esfuerzos por incluir a la clase trabajadora dentro de su proyecto político. El Estado social es mínimo, así como el desarrollo de las vías mediadas de negociación sindical y la intervención de los gobiernos en el mundo laboral. Salarios bajos, jornadas largas, sin vacaciones, sin legislación contra el despido. Sin protección ante el accidente o garantías ante la jubilación. Es en este contexto que se desarrolla la acción de los sindicatos revolucionarios.
Este modelo aboca inevitablemente a dos caminos. O la sumisión ante la patronal, lo que compromete la propia supervivencia material de las plantillas, o el conflicto. De los conflictos que se ganan salen acuerdos que se imponen a la patronal y que en el Estado español toman el nombre de bases de trabajo.
Hay quien quiere identificar las bases de trabajo como el antepasado de los actuales convenios colectivos, pero lo cierto es que su naturaleza es bien distinta. Para empezar toda base de trabajo era, sí o sí, producto de un conflicto laboral. Si el conflicto se ganaba el documento era firmado por el propio sindicato que llevaba a cabo la lucha en representación directa de los trabajadores y por la patronal. En ocasiones, si la base es importante, irá también firmada por un gobernador civil de provincia o un ministro del trabajo, pero por lo general el gobierno se mantiene al margen tanto del conflicto como de la negociación.
En segundo lugar, por lo general las bases de trabajo se van a aplicar únicamente sobre los obreros afiliados al sindicato que han librado el conflicto. En algunos casos incluso es posible que el sindicato logre imponer a la patronal que solo pueda contratar a trabajadores afiliados a la propia central.
Las consecuencias de este tipo de modelo de negociación colectiva son claras. Se tiende a una afiliación masiva que, además, debe de ser muy activa si quiere que se mantengan las bases firmadas. También se tiende a la unidad bajo una sola central sindical, al menos por empresa y sector. El término esquirol no hacía referencia tanto a quien no secundaba una huelga como a quien no pertenecía al sindicato al que debía pertenecer: La One Big Union. Frente a este concepto de unidad sindical hay quienes reivindican la «libertad» de no pertenecer al gran sindicato, caso de la Unión de Sindicatos Libres en la Cataluña de los años 20, de inspiración tradicionalista y que solo podemos calificar como prefascistas.
Dentro de este difícil modelo los sindicatos revolucionarios comienzan a conseguir victorias y a amenazar el orden capitalista. Esto coincide cronológicamente con el surgimiento de los fascismos, en los que el capitalismo logrará imponer el modelo del sindicato vertical. Aquí, para evitar el conflicto social, obreros y patronos son incluidos dentro de la misma estructura y todas las formas de lucha que permitían a los trabajadores obtener victorias en el modelo anterior (la huelga, el boicot y el sabotaje), son prohibidas y duramente reprimidas.
El sindicato vertical se establece en el Estado español con la victoria de las tropas de Franco, impuesto a punta de fusil, y toma el nombre de Organización Sindical Española. Un modelo así, basado en la extinción represiva de todas las fricciones que provoca la guerra de clases, tiene unos claros límites. Sólo puede mantenerse en una situación de excepción, cuando las violencias son canalizadas hacia la guerra imperialista (caso de Italia y Alemania) o cuando la economía se mantiene bajo una constante depresión autárquica que impide el desarrollo productivo (caso del Estado español). En el momento en que, en el caso del régimen franquista, los tecnócratas del Opus toman las riendas de la economía y el país se industrializa el sindicato vertical se queda obsoleto. Por dentro, es copado por la infiltración opositora y, por fuera, es desautorizado de forma que los convenios entre patronal y plantillas se firman al margen de la estructura.
Después de cuarenta años de mantener el movimiento obrero en una cárcel el vertical se derrumba. Las fuerzas que se le oponían salen a la luz, en tanto que otras renacen de la muerte impuesta. El Estado español ha estado todo ese tiempo en una cápsula del tiempo pero, a nivel sindical, ¿qué ha pasado en el resto de Europa occidental?
Tras la segunda guerra mundial, ante el fracaso de los fascismos y la amenaza soviética, se establece un consenso socialdemócrata. Los trabajadores cualificados de Europa son incluidos en el proyecto político de la burguesía. El Estado social se extiende y las democracias se vuelven más amplias y representativas. Si el palo del fascismo no había logrado exterminar el conflicto social, quizá había que probar con la zanahoria.
La patronal está ahora dispuesta a integrar a los sindicatos dentro de la estructura empresarial y los gobiernos aparentan ser árbitros neutrales. Los sindicatos que prosperan en este momento logran grandes cuotas de poder, a costa de renunciar a sus objetivos revolucionarios y de supeditar su acción al programa de un partido socialdemócrata, laborista o democristiano. Frente al tipo de acuerdo que hemos analizado más arriba, los acuerdos que genera este modelo sindical van firmados por lo general, ya no por un sindicato en cuestión, sino por un órgano de representación unitaria elegido a través de unas elecciones sindicales. Sería el caso de los shop stewards committees en Reino Unido o de los comités d´entreprise en Francia. El acuerdo firmado tiene carácter legal y no es extraño que los órganos gubernamentales intervengan tanto en las negociaciones como en los conflictos.
Las consecuencias de este modelo sobre el movimiento sindical son justo las contrarias. Para que un acuerdo se mantenga ya no es necesario que la afiliación sindical sea demasiado grande, ya que se aplica a todos los trabajadores independientemente de si su sindicato ha participado o no en el conflicto.
La tendencia, antes que al conflicto directo, es a la concertación y a la estabilidad, al mantenimiento de la paz social, por lo que tampoco es necesario que la plantilla se implique demasiado, profesionalizándose la negociación. Por último, en lugar de a la unidad bajo una única central, se tiende a la pluralidad producto de las elecciones sindicales. Lo que se disfraza de libertad para el trabajador, que puede elegir a la fuerza que más le convenga, también supone que la empresa pueda pactar con el sindicato que le venga mejor siempre que tenga suficiente representatividad.
Volviendo al Estado español, cuando cae el modelo sindical fascista, la mayor parte de la oposición reivindica el modelo de negociación que tiene lugar en el resto de Europa, con órganos de representación unitaria, mediación gubernamental, convenios colectivos y cogestión empresarial. Entre tanto la CNT, que renace desde la clandestinidad y el exilio, reivindica las bases de trabajo.
Se reparten fotocopias de viejas bases de trabajo firmadas en el año que siguió a la proclamación de la segunda república, o entre febrero y julio de 1936, dos momentos de excepción para los trabajadores y para la CNT, en los que la patronal estaba en retroceso y acepta firmar bases muy beneficiosas para el sindicato. En el primer caso por el shock que provoca el hundimiento repentino de la monarquía, en el segundo porque consideran que el golpe militar que les salve está cercano, como efectivamente era. Se pretende hacer de la excepción la norma, sin recordar, u olvidando a propósito, los límites del modelo. Y es que ante situaciones de represión sindical, ante pérdidas de afiliación o relajamiento de las plantillas las bases del trabajo caían. Las patronales dejaban de aplicarlas y las condiciones laborales volvían a empeorar, en un modelo profundamente inestable.
Igualmente hay que decir que, en aquellos lugares donde nunca ha habido un sindicalismo de concertación, como en los EEUU, el viejo sistema se mantiene sin que ello sea en absoluto beneficioso para los trabajadores. Si los acuerdos sindicales se aplican únicamente sobre los obreros sindicados no es raro que los propios sindicatos se vean constantemente ante la tentación de hacerse corporativos. Si añades a la ecuación una brutal represión contra el mayor sindicato de clase, la IWW, hasta reducirlo a la marginalidad, tienes un modelo copado por sindicatos corporativistas que sólo miran por los intereses de su propio sector. ¿O a nadie le suena la forma de actuar del gremio de actores de cine?
El problema de proponer un retorno a las bases del trabajo es que ni las patronales, ni unos trabajadores que aspiran a igualarse a la aristocracia obrera de Alemania o Francia, están muy por la labor. Eso sin tener en cuenta que el resto de sindicatos ya están ejerciendo de forma extraoficial el nuevo modelo. Sólo faltaba que el gobierno, a través de los Pactos de la Moncloa, lo ratificara.
La CNT, que en un principio se niega tajantemente a participar en la negociación de los convenios colectivos, se verá divida entre quienes aceptarán formar parte de los órganos de representación unitaria y quienes no. Pero ambos sectores se acaban viendo obligados a tragar con los convenios.
Ante el modelo de producción fordista, las fuerzas que apostaban por la no mediación, por la acción directa, por la autonomía sindical y por escalar los conflictos hacia un futuro revolucionario, ya no pudieron ser grandes y debieron aprender, sin jamás retroceder, a ser pequeñas.
Ahora que el neoliberalismo ha puesto en crisis al modelo sindical de la concertación, que los comités de empresa quedan reducidos a la inoperancia, que los convenios colectivos caen como fruta demasiado madura, que los gobiernos se quitan el disfraz de amables mediadores, es quizá el tiempo para salir de entre los matorrales y dar el asalto. En un momento como el actual, las complejas maquinarias burocráticas en las que se han convertido los sindicatos de concertación no son capaces de dar la lucha ni por sus propios privilegios. Es el tiempo de la flexibilidad en las tácticas, de la sorpresa. Los pocos, pero que conocen bien el terreno, que tejen redes de solidaridad, pueden ser capaces de vencer. ¿Crisis del sindicalismo o la oportunidad para la guerrilla sindical?

Yerai Campos está terminando historia y trabaja precariamente. Participó en la puesta en marcha de regeneracionlibertaria.org. Secretario de organización de la FEL (2014 a 2015). Afiliado a la CGT.

DOCUMENTOS PARA SABER QUÉ ES LA CONSTITUCIÓN DE ANTEQUERA

 

 

Aportación del Centro de Estudios Históricos de Andalucía a las II Jornadas por la Constitución Andaluza: Ayer y mañana de la Constitución de Antequera

Ayer y mañana de la Constitución de Antequera
Rubén Pérez Trujillano y Manuel Ruiz Romero.1
Centro de Estudios Históricos de Andalucía2
1 .- Para contactar con los autores: pereztrujillano@use.es y mruizromero@ono.com
Es ocioso considerar que el proyecto antequerano es uno de los hitos recuperados para nuestra historia reciente y que ya forma parte, por derecho propio, de lo que entendemos es la corriente historiográfica denominada Andalucismo Histórico1. Desde ahí se abre camino para calar entre los andaluces y andaluzas con las dificultades propias del academicismo y de lo que políticamente representa. En los últimos años, investigadores como Sánchez Acosta o Pérez Trujillano han venido a profundizar con sus respetivas monografías en las disposiciones de dicha norma constitucional, de manera que, uno y otro, han reforzado un documento doctrinal que destaca como pórtico del nacionalismo andaluz2. De forma paralela, se han prodigado estudios que han demostrado hasta qué punto la Carta Magna de 1883 es un referente en el frustrado autonomismo republicano. Incluso, la bibliografía sobre el contexto histórico federal/nacionalista ha crecido con valiosas aportaciones, por lo que hoy por hoy, estamos en condiciones de afirmar que es creciente su importancia en la contemporaneidad andaluza y, muy especialmente, para quienes defendemos la realidad singular de Andalucía y la proyección política de su soberanía popular e identidad. Precisamente, la segunda edición de estas Jornadas contribuye a ello y es una muestra más del interés que despierta.
Dicho esto a modo de introducción, nadie sensato a estas alturas de la literatura sobre la cuestión puede obviar que, tras las coordinadas jurídico-ideológicas marcadas por el texto (en realidad tres) se esconden importantes búsqueda de respuestas, aun exclusivamente teóricas, para la realidad del momento muchas de las cuales nos transportan a la realidad de la Andalucía de hoy. La necesidad manifiesta de un nuevo Estado plurinacional y la respuesta ante un capitalismo que se ha reforzado junto a un Estado crecientemente autoritario orquestados ambos por el neoliberalismo, forjan la necesidad de una alternativa a los territorios peninsulares desde la nación andaluza con carácter constituyente. Es decir, confederal radical-democrática, participativa, municipalista y basada en la consolidación de derechos civiles, políticos, sociales, laborales (especialmente en su dimensión jornalera), tanto colectivos como individuales. Buena parte de los precedentes históricos y personalidades que intentan socializar las ideas republicanas, entre otras cuestiones por cabeceras abiertamente comprometidas con la reflexión jurídico/política, se materializarán en 1883 bajo tres proyectos (federal regional andaluz, cantonal y municipal) que sintetizan la necesidad de una nación jurídica, y a la que la vida y obra de Blas Infante junto a los andalucistas históricos que le acompañan, buscan reforzar con un proyecto político vivo -movimiento- amén de una “patria viva” en las conciencia de los andaluces y andaluzas. La Constitución de Antequera ya es un elemento referencial para crear conciencia de pueblo y, estamos convencidos, que puede y debe seguir siéndolo.3
Subrayar la preocupación por la formación de la sociedad civil y el ciudadano, apuntar una nueva estructura de Estado, hacer de la vida representativa un proceso democrático directo y participativo en cierta forma tutelado por el poder de unas bases organizadas de trabajadores… dibujan como defendemos, la necesidad política de un nacionalismo que acabará por aparecer en el tiempo en el seno, precisamente, de un escenario burgués y bipartidista como es la Restauración y de la mano del regeneracionismo al que Antequera ofrece un potente caudal. Con todas las limitaciones que se desee especificar sobre el texto y la época, entre las que anotamos nosotros la debilidad de aportaciones culturales e identitarios, la propuesta se adelanta en el tiempo aunque es incapaz de dinamizar sinergias sociales que, aún desde sectores pequeños burgueses, sean alternativa al sistema liberal dominante tal y como ocurren en otros territorios. No es exagerado con ello afirmar que buena parte de las estructuras sociales proletarias y jornaleras en Andalucía se mantendrán intactas en su práctica hasta los intentos de reforma política y agraria iniciados en 1931 y bien entrado el franquismo. De cualquier forma, ya para Antequera y en 1883 Andalucía existe. Es un sujeto jurídico -unidad política- al que se le reconoce capacidad histórica suficiente como para dar luz a una alternativa jurídica y social, a la revolución liberal primero y, más tarde como apuntamos, a la restauración dinástica.
Aceptadas las premisas anunciadas que de seguro compartimos en su gran mayoría buena parte de los presentes y lectores a la hora de la búsqueda de una revolución nacional de Andalucía, y desde Andalucía para y con otros territorios, la pregunta que nos aborda es la siguiente: ¿Qué aporta el texto de Antequera en el momento presente a la segunda transición o al proceso constituyente que se abre en el Estado y en el que Andalucía está llamada a jugar un papel singular? Veamos.
Ante el mito de la transición rosa o modélica, ni siquiera los sectores del PP ponen ya reparos a la apertura de un debate sobre las reformas constitucionales4. Si bien nadie practica censura a la reflexión teórica que implica, las reticencias aparecen a la hora de que sea abierta, sin condiciones previas y resultados adivinables. En definitiva, una deliberación técnica enrocada en el bipartidismo y en su sentido privativo de la representatividad. A nadie escapa que la Carta Magna del 78, a mediados de 2016, está cuestionada en sus extremos jurídicos, los aspectos sociales y su dimensión territorial e identitaria con respeto a los pueblos que componen este Estado. Es más, la crisis económica, impuesta y que sufrimos, distancia más el articulado de la norma borbónica y agudiza el jaque popular a una democracia constitucional, imponiéndose así una reforma que, a entender de muchas formaciones y militantes, debería representar la apertura de un proceso constituyente. La dificultad del bipartidismo, la eclosión de formaciones emergentes, las reclamaciones sociales y territoriales, la necesidad de una “nueva política” y el empuje popular con el aliento de sectores tradicionalmente desafectos a la política… parecen invertir la distancia entre ciudadanía y poder posibilitando al paso de los últimos años un deseo de iniciar un nuevo proceso legislativo y de participación, del que brote una norma y una arquitectura de Estado más cercana a las necesidades reales (es decir, verdaderas).
La crisis de la Constitución del 78 tiene su origen mismo en la decadencia de la restauración monárquica y con ella, de una democracia formal que ha hecho de la corrupción y la impunidad, la sumisión ciudadana y la asimetría social y territorial su sentido vital5. Su marca definitoria y esencia. El conflicto del borbonismo bipartidista ha puesto de manifiesto -precisamente- con su negativa al reconocimiento de la realidad plurinacional del Estado y la recentralización de sus estructuras, mensajes y decisiones políticas (algunas de las cuales como el caso del Tribunal Constitucional jactadas de un aparente halo de independencia e imparcialidad)6. Las posiciones más jacobinas son acompañadas de una revitalización del nacionalismo español, de un decadente sistema de partidos y representativo, así como de la omnipotencia de un capital invisible, el cual en su estrategia neoliberal, aspira a gestionar y dar respuestas exclusivas y totalitarias a la debilidad integral que citamos. La legalidad no es ya legítima.
Por la izquierda tradicional, a su vez, las reiteradas referencias e invocaciones a un federalismo mil veces nombrado y otras tantas indefinido, hacen en gran parte de los casos, restar intencionadamente contundencia a ese debate constituyente que reclamamos también desde estas líneas y al que ni siquiera ha sido capaz de poner tiempo, fecha y contenido.
En este escenario complejo y multifactorial es necesario comenzar por reconocer la existencia de varios sujetos y realidades nacionales en el Estado. En paralelo, no existe afirmación identitaria sin la compañía, en unión e igualdad, de los pueblos que conforman este ente cooperativo, así como de una redistribución y redefinición de derechos que remuevan las dificultades para el progreso y el desarrollo, social y de los ciudadanos.
Llegados a este punto y omitiendo más análisis justificativos, entendemos que la Constitución andaluza de 1883 pese a su reconocimiento formar en el articulado estatutario vigente (2007) representa en primer lugar una opción de declaración de soberanía del pueblo andaluz no sólo vigente, sino que nos obliga a todos a un mayor conocimiento de sus reivindicaciones. Aspectos tales como laicicidad, separación de poderes, feminismo igualitario (aún incipiente), apuesta por la enseñanza como factor de cambios de mentalidades, suficiencia financiera, republicanismo, higiene democrática y medidas participativas en la administración, revitalización de la ciudadanía y sus derechos, autogobierno generatriz, plurinacionalidad del Estado, Andalucía como sujeto político, municipalismo, identidad cultual, soberanía alimentaria, garantía sobre derechos vitales individuales y colectivos, patriotismo nacional y ciudadano, confederación, derecho a decidir… son algunos de los conceptos que subyacen en las disposiciones antequeranas a la vez que forman parte activa y capital de ese paradigma andaluz del que nos preocupa la toma de conciencia de nuestro pueblo y su protagonismo ante el futuro.
La Constitución de Antequera por tanto, es pieza y sentido de esa estrategia constituyente en la que estamos, representando una catarsis social capaz de poner en duda el presente, impulsando un nuevo marco referencial de convivencia, una indudable perspectiva soberanista y política alternativa y, finalmente, nos invita a revisar la Andalucía que hoy nos tejen. Su transcendencia como elemento concientizador -en palabras de Freire- está íntimamente unido a la deseable capacidad de movilización y protagonismo de nuestro pueblo formando parte de un patriotismo de liberación. Hacemos nuestro pues su aporte federal-republicano y de construcción nacional, entendiendo que no existirá nunca un patrimonio constitucional andaluz que dé la espalda de una estrategia por la recuperación de una vida dignidad de los andaluces.
La fórmula es relativamente fácil: Andalucía “anfictionado” de polis que diría Infante, España país de países y Europa libre agrupación de pueblos. La demostración de que otra realidad es viable pasa por la referencia “pasada” (¿) de Antequera. Es posible, por necesario, que peleemos para que 1883 pudiera ser un nuevo matiz de ese patrimonio constitucional abrazado por nuestro pueblo aquel 4D y 28F. De cualquier forma, como decía Infante en su Ideal Andaluz, que sea dificultoso no significa que no sea necesario. En eso estamos hermanos andaluces.
1 .- Cfr. ORTIZ DE LANZAGORTA, J. L., “La autonomía generatriz: la Constitución cantonal de 1883”, en VV.AA., El siglo de Blas Infante. 1883 1981. Alegato frente a una ocultación, Sevilla, BEA, 1981, pp. 103-132, así como: ORTIZ DE LANZAGORTA, J. L., RUIZ LAGOS, M., y SANTOS LÓPEZ, J. Mª, La Constitución de Andalucía de 1883, Jerez, CEHJ, 1978.
2 .- En concreto: ACOSTA SÁNCHEZ, J., La Constitución de Antequera. Estudio teórico crítico. Democracia, federalismo y andalucismo en la España contemporánea, Sevilla, Fundación Blas Infante, 1983; quizás una síntesis en: — “La Constitución de Antequera y el federalismo”, en Actas del I Congreso sobre el Andalucismo Histórico, Sevilla, Fundación Blas Infante, 1985, pp. 49 82. Del mismo modo: PÉREZ TRUJILLANO, R.; Soberanía en la Andalucía del siglo XIX. Constitución de Antequera y Andalucismo Histórico, Sevilla, Atrapasueños, 2013; — “Un proyecto de construcción nacional: La Iberia de los Pueblos según la Constitución de Andalucía (1883)”, en Espacio, Tiempo y Forma, (28), 2016, pp. 45-71.
3.- Cfr. Una compilación en RUIZ ROMERO, M., Repertorio bibliográfico sobre el Andalucismo Histórico, Sevilla, Centro de Estudios Andaluces, Consejería de Presidencia, 2007. (formato digital)
4 .- Comienza a aparecer una literatura que revisa críticamente los logros aparentes de la etapa: GARCÉS, JOAN E., Soberanos e intervenidos. Estrategias globales, americanos y españoles, Madrid, Siglo XXI, 1996; BAGUR, J. y DÍEZ, X. (Coord.), La gran deilusió. Una revisió Crítica de la Transició als Països Catalans, Barcelona, Argumenta, 2005; GRIMALDI, A., La sombra de Franco en la Transición, Barcelona, Anaya-Obeon, 2004; de este último autor: — Claves de la Transición (1973-1986) para adultos. De la muerte de Carreo Blanco al referéndum de la OTAN, Barcelona, Península, 2013; PONS PRADES, E., Los años oscuros de la Transición española. La crónica negra de 1975 a 1985, Barcelona, Belacqua, 2005; o bien: ANDRÉ-BAZZANA, B., Mitos y mentiras de la Transición, Madrid, El Viejo Topo, 2006; GONZÁLEZ DURO, E., La sombra del General. Qué queda del franquismo en España, Barcelona, Debate Debolsillo, 2006; DIEGO, ENRIQUE de, Casta parásita. La transición como desastre nacional, Madrid, Rambla, 2008; MOLINERO, C. (Ed.), La Transición, treinta años después de la Dictadura a la instauración y consolidación de la democracia, Barcelona, Península, 2006; MARTIN DE POZUELO, E., Los secretos del Franquismo. España en los papeles desclasificados del espionaje norteamericano desde 1934 hasta la Transición, Barcelona, La Vanguardia, 2007; CASTELLANO, P. Por Dios, por la Patria y el Rey. Una visión crítica de la transición española, Madrid, Temas de Hoy, 2001; MARTÍNEZ INGLÉS, A., La transición vigilada. Del Sábado Santo rojo al 23F, Madrid, Temas de Hoy, 1994; RODRIGUEZ LÓPEZ, EMMANUEL, Por qué fracasó la democracia en España. La Transición y la crisis del 78, Madrid, Traficantes de sueños, 2015; GALLEGO MARGALEG, F., El mito de la Transición, Barcelona, Crítica, 2008; así como TUDELA ARANDA, El Fracasado éxito del Estado Autonómico. Una historia española, Madrid, Marcial Pons, 2016.
5 .- De cualquier forma, la democracia es un proyecto abierto y en muchos extremos ya manifiesta profundas contradicciones. Entre otros trabajos: PANIAGUA SOTO, J. L. y MONEDERO, J. C. (Eds.), En torno a la democracia en España. Temas abierto del sistema político español, Madrid, Tecnos, 1999.
6 .- En los últimos años ha proliferado una bibliografía crítica sobre el monarca durante y después de la Transición. Un ejemplo: ANASAGASTI, I., Una Monarquía protegida por la censura, Madrid, Akal, 2009, así como — Jarrones chinos. Arias Navarro, Suárez, Calvo Sotelo, Gonzalez, Aznar y Rodríguez Zapatero del poder a la desubicación, Madrid, La Esfera de los Libros, 2014. 





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Aportación de Nación Andaluza a las II Jornadas por la Constitución Andaluza: La Constitución de Antequera: guía para la acción

La constitución andaluza de 1883 firmada en Antequera, en su Título I, Artículo 1º dice: “Andalucía es soberana y Autónoma; se organiza en una democracia republicana representativa, y no recibe su poder de ninguna autoridad exterior al de las autonomías cantonales que le instituyen por este Pacto”
Esto es lo primero que nos encontramos cuando comenzamos a leer la Constitución de Antequera; y no es por casualidad ni por azar. Y no solo se nos presenta como el objetivo principal de la Constitución, sobre el que pivotan el resto de Títulos y Artículos. También nos marca el camino a seguir, la forma en la que los andaluces y andaluzas llegaremos a construir una Andalucía “Soberana y Autónoma”.
La Andalucía que se “organiza en una democracia republicana y representativa” no puede esperar a que en el Estado español se den unas excepcionales circunstancias para que desde sus instituciones nos reconozcan como nación y nos otorguen el derecho inherente a la misma, puesto que eso no ha ocurrido en más de 500 años ni ocurrirá jamás. La Andalucía a la que nos quiere conducir la Constitución de Antequera “no recibe su poder de ninguna autoridad exterior”, lo que significa que no reconoce a las instituciones del Estado español ni aceptará lo que dimane de ellas. Por lo tanto, solamente desde un proceso constituyente andaluz, protagonizado por organizaciones andaluzas y teniendo a Andalucía como punto de partida y de llegada, será posible que podamos llegar al final de un camino que nos conduzca a la soberanía, como pueblo, como clase y como seres humanos.
Y no puede ser de otra forma porque España es irreformable. Tanto las experiencias del pueblo andaluz en todos los intentos soberanistas a través de los últimos siglos, como la última demostración de la voluntad popular de establecer un proceso constituyente encaminado a una Andalucía soberana, el 4 de Diciembre de 1977, nos muestran la imposibilidad de una reforma que posibilite un proceso soberano hacia otras formas de relación con el Estado, basadas en la igualdad y la soberanía de los pueblos y sus instituciones. La vía hacia la soberanía abierta aquel 4 de diciembre del 77, terminó en la gran estafa al pueblo andaluz, que representó la clase política el 28 de Febrero de 1980. La soberanía exigida en las calles y plazas andaluzas se tornó en Autonomía, una simple descentralización del Estado que nos concede unas instituciones sin capacidad legislativa ni política, sometidas a las normativas emanadas del Estado Central y de las instituciones Europeas; carente de los atributos que corresponderían a instituciones que representaran la voluntad de los andaluces y a la soberanía exigida.
Por contra, la reforma de la Constitución del 78 es la vía escogida por aquellos que ven en un nacionalismo andaluz popular aún carente de suficiente vertebración un simple granero de votos que les permita sentarse en los sillones de Madrid o de Sevilla. Los “nuevos” partidos y todas sus réplicas “regionales”, ven en la cuestión nacional andaluza, una forma de entrar en una nueva era política, donde el derecho de autodeterminación de los pueblos está en la primera línea del tablero político. Una forma de no quedarse atrás en los procesos soberanistas ya iniciados por algunos de los pueblos peninsulares y que tendrán continuidad en el resto de naciones peninsulares e insulares. Un modo de obtener protagonismo y votos sin que cambien las bases del actual status-quo.

CONSTITUCIÓN ANDALUZA 1883 JORNADAS SEGUNDAS

Programa y horarios de las II Jornadas por la Constitución Andaluza

Sábado mañana. Parlamento de Andalucía
  • Manifestación por la Constitución Andaluza. Salida del Parlamento de Andalucía.
Sábado tarde. Salón de actos. Albergue Inturjoven (c/Isaac Peral, 180. Sevilla)
  • 17h00: Mesa redonda “Cultura popular andaluza”. Con Pedro del Pozo (USTEA), Instituto Almenara, Centro de Estudios Históricos de Andalucía, Centros Andaluces del Pueblo.
  • 18h00: Palabras de l@s asistentes.
  • 19h00: Mesa redonda “Una economía alternativa para una Andalucía libre”. Intervienen Sindicato Unitario y Nación Andaluza
  • 20h00: Palabras de l@s asistentes.
Domingo mañana. Salón de actos. Albergue Inturjoven (c/Isaac Peral, 180. Sevilla)
  • 11h00: Mesa redonda “Hacia una Andalucía libre”. Con Javier Pulido (Colectivo Andalucía Libre), Somos Andaluces, Sindicato Unitario, Nación Andaluza y Andalucía Comunista (debido al elevado número de ponentes esta mesa redonda se estructura en una primera tanda donde cada ponente expresará en 5 minutos sus propuestas tras ella se realizará una segunda tanda de otros 5 minutos en los que los ponentes podrán establecer algún elemento de debate con otros miembros de la mesa y/o terminar de desarrollar sus propuestas).
  • 12h00: Palabras de l@s asistentes.
  • 13h00: Mesa “Conclusiones de las II Jornadas por la Constitución Andaluza”. Puesta en común y redacción de un documento donde reflejemos lo avanzado sobre los compromisos de las pasadas Jornadas por una Constitución Andaluza
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LA ANDALUCÍA DE LA ADMINISTRACIÓN PARADA Y VARADA

 
Imagen: El Mundo. Lo siento...


La trampa está en el nacimiento propio del Psoe. Ya con Plácido Fernandez Viagas, los consejeros existían pero sólo a título: no disponían ni siquiera de despachos ( de hecho no debían tenerlo ni ahora). 

FIRMA LA EXPULSIÓN. PERO CURIOSAMENTE NO ESTÁN LO MÁXIMOS RESPONSABLES

 https://www.change.org/p/pedimos-la-expulsi%C3%B3n-directa-del-psoe-a-todos-as-los-que-han-dimitido-de-la-ejecutiva

Los imbéciles del Psoe ahora juegan a hacer tiempo. Así se aseguran que salga de nuevo Rajoy y ellos por poco que saquen con los votos clientelares. Por eso no tiene prisa. Así se hace la voluntad de Felipe González que ya ha comentado en varias ocasiones.

Mientras soportamos a diario en nuestras administraciones a funcionarios y personal del dedocratismo sin dar un palo al agua por la forma de trabajar del Psoe histórica: la piramidal. 

¿De verdad necesitáis tanta tertulia, estudios y opinión para saber esto?. El gran problema sigue siendo transmitirlo al pueblo. Al que no está tan sobrecualificado como los que lo creen.   

Otro dato más es: ¿por qué pensáis que hay tanto Psociata del norte en Andalucía?. A ver... 

PARRILLAS DE TELEVISIÓN LLENAS DE SERIES DE POLICÍAS Y MILITARES BUENÍSIMOS

 Y cómo no la grasiosa" y la picarona" andaluza.


Como no puede copiarse ni aunque se cite fuente, los amigos de La otra Andalucía dicen:
http://laotraandalucia.org/?columna=cuerpo-de-elite-ni-puta-ni-picoleta-andaluza-a-secas